Moros y Cristianos nunca se entendieron mejor que en su fiesta en Murcia

Moros y Cristianos nunca se entendieron mejor que en su fiesta en Murcia
La celebración pretende ser próximamente Fiesta de Interés Turístico Internacional
Texto y fotos: Enrique Sancho
En España existen cientos de fiestas y recreaciones que recuerdan e intentan reproducir algunos momentos fundamentales de nuestra historia. En muchos casos se trata de choques entre culturas y razas, entre posiciones sociales, entre reinos y reyes. Romanos contra cartagineses, imperialistas contra plebeyos, dinastía contra dinastía… Teniendo en cuenta los 800 años de presencia árabe en la península, habitada mayoritariamente por cristianos, las batallas y la convivencia pacífica de cristianos y moros (como los bautizaron los romanos desde su llegada). de Mauritania, que era todo el norte de África).
Se estima que en España hay más de 220 pueblos y ciudades que celebran una fiesta de Moros y Cristianos, sobre todo en la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía, pero también los hay en Cataluña, Castilla-La Mancha e incluso en Baleares. y Canarias. Varias de ellas son Fiestas de Interés Turístico Internacional y la siguiente que quiere conseguirlo es la de la ciudad de Murcia, una de las más antiguas, cuyos orígenes se remontan al siglo XV.
Méritos no faltan, sobre todo porque los participantes -en realidad la ciudad entera- no reviven el enfrentamiento, sino que se centran en el carácter de «fiesta» y así el protagonismo es de la alegría, de la convivencia, del esfuerzo común… querer divertirse. Por eso es habitual encontrar «mudéjares» y «templarios», seguidores de Ibn Arabí y del infante Don Juan Manuel, caballeros de la Orden de Santiago o San Juan de Jerusalén junto a «almorávides» y «almohades» cogidos del brazo. por las calles y numerosas plazas formando charanga o compartiendo mesa, disfrutando de una cerveza fresquita o un vino de la tierra con una mariscada murciana y huevas, mojama y almendras fritas.
Espectaculares desfiles
Cuando sí compiten entre sí, aunque mezclen sus pasos, es en los desfiles, especialmente en el más solemne que tiene lugar el sábado al atardecer en la Gran Vía y otras calles y que dura casi cuatro horas, cuando kabilas y mesnadas lucen sus mejores trajes, corazas y armas y marcan el ritmo de sus cuerpos en un desfile cerrado, marcado por el movimiento sensual, tanto de mujeres como de hombres, de sus «cadáveres» que lo presiden, cruzando por un lado de la línea a la otra portando sus armas y saludando al público. Abayas y hiyabs con ricos bordados en hilo de oro adornan los cuerpos de las mujeres moriscas, sobrias túnicas en blanco y negro con escasos ribetes dorados o rojos en los cuerpos de los hombres cristianos. Pero junto a ellos, desbordan vestidos multicolores, petos, yelmos, turbantes, espadas y lanzas que, a buen seguro, poco tienen que ver con la tradición sino con la fiesta. Muchos de esos atuendos cambian cada año con nuevos diseños y adornos.
Y de vez en cuando unas carrozas de extrañas formas y colores en las que los abanderados, embajadores, fiesta del año, reyes moros y niños cristianos saludan con sus más elegantes galas y también grupos de caballos y jinetes que hacen extraordinarias directas e inversas. piruetas, pasos laterales, arcos, posadas o el paso más complicado o piaffe. Y entre ellos, cientos de músicos que forman bandas que muchas veces han venido de fuera de la ciudad e interpretan con sus trompetas, cornetas y tambores música festiva que incluye la marcha mora y cristiana, pasodobles e incluso alguna atrevida versión de «La saeta» que levantaría Machado de su tumba o hacer temblar a Joan Manuel Serrat o la “marcha mora” We Will Rock You de Queen.
Un origen milenario
Aunque la fiesta como tal se concibió en 1981 y el primer desfile tuvo lugar dos años después con tan solo cinco agrupaciones, la idea surgió durante los actos conmemorativos de los 1150 años de la Fundación de Murcia. Antes de crear la «nueva» Murcia, en estas tierras vivían dos familias árabes, pero una hoja de parra se interpuso entre ellas. Cuenta la leyenda, o la historia, que un campesino de la facción Mudarí que estaba bebiendo agua del río Sangonera y para tapar su cántaro arrancó una hoja de parra de los viñedos de un yemení que se encontraba cerca, por el argumento de “robo” se volvió en una pelea que terminó en tragedia. El Emir Abderraman II, que no bromeaba, apaciguó las cosas ordenando la destrucción de la ciudad de Eio donde había comenzado la disputa y ordenó al gobernador Abd al-Malik que fundara un sitio que sirviera para controlar la ciudad desde un punto central. valle medio del Segura y, por extensión, toda la kura. Así nació Murcia.
Allí continuaron los árabes hasta que la Reconquista llegó a sus tierras y las llaves fueron entregadas de musulmanes a cristianos, en manos del Infante Alfonso de Castilla y posteriormente del Rey Alfonso X El Sabio en el año 1243. El rey culto, que hablaba varios idiomas , que compuso gran parte de las Cantigas de Santa María, buen gastrónomo e inventor, se dice, de la tapa que debe acompañar a un trago de vino para “retardar la embriaguez y prevenir las broncas y disgustos que provoca al salir”. las tabernas, tabernas y mesones” gustaba a Murcia, aunque recorrió gran parte de la España reconquistada, y pidió que allí enterraran su corazón. Y así se hizo y hasta el día de hoy ocupa un cofre en el altar mayor de la espléndida catedral.
Buena parte de esta historia es interpretada los últimos días de las fiestas, justo frente a la catedral, por actores locales aficionados -un taxista, un informático, un profesor…- que recitan en verso, mientras coros y un delicado instrumento musical suena de fondo. cuerda que a primera vista, o al primer oído, parece una grabación, pero luego se descubre que es un solo hombre, un virtuoso que parece estar tocando toda una orquesta.
Durante los días que dura la fiesta hay otros muchos actos destacados, desfiles, charangas, cenas, comidas, queimadas, pregón, presentaciones de abanderados y reyes, concursos, torneos de ajedrez, homenajes a personajes históricos, procesiones… y otras dos, muy concurridas: ofrenda de flores y presentación de los niños nacidos el año anterior a la Virgen de la Arrixaca y el desfile de arcabucería, con estruendo de mil demonios.
Y cada día, al caer la noche, los moros y cristianos se dan cita, una vez más, en el Campamento Medieval, que este año se sitúa desde la Plaza de la Cruz hasta el Teatro Romea, muy cerca del paseo marítimo de Segura, donde cada Kabila o mesnada tiene un espacio propio, un lugar de encuentro, diversión y convivencia, con diferentes especialidades gastronómicas para compartir hasta el amanecer.
De interés internacional
Los Moros y Cristianos de Murcia forma parte de la Asociación de Fiestas y Recreaciones Históricas y es Fiesta de Interés Turístico Nacional desde mayo de 2012, hace 10 años, y aspira a convertirse próximamente en una de Interés Internacional, uniéndose así a otras tres que ya se encuentran en la ciudad, como Semana Santa, el Entierro de la Sardina y el Bando de la Huerta y otros ocho en toda la Región de Murcia, completando 11, el mayor número tratándose de una Comunidad uniprovincial. Para su concesión se tendrá en cuenta su antigüedad, continuidad en el tiempo, arraigo y participación ciudadana, así como la originalidad y diversidad de los actos y acciones de promoción que se realicen al efecto.
El expediente de Interés Nacional fue promovido por la Federación de Asociaciones de Moros y Cristianos de Murcia y contó con el informe favorable del Ministerio. La declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional es una distinción honorífica que otorga el Gobierno de España a las fiestas o eventos que representan manifestaciones de valores culturales y de tradición popular, con especial consideración por sus características etnológicas y que tienen especial importancia como atractivo turístico.
Entre las muchas razones por las que los Moros y Cristianos de Murcia obtienen el título de Fiesta de Interés Turístico Internacional es que, a pesar de que hay más de 200 pueblos en España que celebran fiestas similares, Murcia es la única capital que lo hace; Es también uno de los más grandes con la participación de quince agrupaciones entre kabilas y mesnadas que, junto a las numerosas bandas y orquestas, componen un gran desfile de unas 2.000 personas, desde niños de meses que se visten por primera vez, hasta los la mayoría de los veteranos que llevan casi 40 años haciéndolo. La historia milenaria de sus orígenes, la suntuosidad y originalidad de sus trajes y complementos, la singularidad de su música, la implicación de toda la ciudad, sin distinción de colores ni fiestas, el ejemplo de convivencia que dan en un entorno entrañable y apacible. … son tantas otras razones por las que pronto obtendrás esta distinción.
un gran escenario
A todo esto hay que sumar el lugar donde se celebra la fiesta. La ciudad de Murcia ofrece su fantástico patrimonio cultural e histórico, su reconocida gastronomía, su naturaleza y su amplia oferta de ocio. Es una ciudad viva, dinámica, emprendedora y con un clima envidiable durante todo el año. Su origen árabe muy ligado a la fértil huerta del río Segura se encuentra en los restos arquitectónicos de la Almunia Real o segunda residencia de los reyes árabes y en el Museo de Santa Clara donde se pueden contemplar numerosas piezas recogidas en él. El casco antiguo se asienta junto al Segura, con calles históricas que han conservado los nombres de los gremios que las ocuparon, como la platería comercial, la trapería y los vidrieros.
La Plaza del Cardenal Belluga concentra dos de las joyas arquitectónicas de Murcia capital, el Palacio Episcopal del siglo XVIII, con fachada rococó y patio churrigueresco, y la Catedral. Este templo, que comenzó a construirse a finales del siglo XIV, destaca por la superposición de estilos, destacando su singular portada barroca, de gran riqueza escultórica y, junto a ella, se levanta la formidable torre de 92 metros de altura, la segunda más alta de España, mientras que en su interior destaca la Capilla de los Vélez, magnífico ejemplo de gótico florido.
Mucho más recientes son algunos de los edificios decimonónicos más importantes de la ciudad, como el Ayuntamiento, el Teatro Romea y el Casino, este último con fachada neoclásica y un bello patio interior de influencia árabe. Y hay que hacer tiempo para visitar el Museo Salzillo, que contiene una preciosa colección de tallas procesionales de este escultor, uno de los más emblemáticos del siglo XVIII. Los barrios de San Pedro, Santa Catalina y el entorno de la Plaza de las Flores ofrecen algunos de los rincones más pintorescos de la capital murciana. El recorrido puede terminar en el hermoso Paseo del Malecón, nexo entre la ciudad y la huerta. Y por doquier, lugares donde poder disfrutar de lo que ofrece esta huerta, en sabrosos platos o en pequeñas miniaturas en forma de tapas o raciones. La gastronomía murciana se basa en las excelentes frutas, verduras y hortalizas que proporciona su huerta. Con estas materias primas se elaboran guisos y platos típicos, como el ratatouille (con pimiento, cebolla y tomate), el potaje de garbanzos y acelgas o el zarangollo (calabacín, huevo y cebolla), por citar algunos. Como acompañamiento, puedes elegir entre cualquiera de los vinos murcianos con Denominación de Origen: Bullas, Yecla y Jumilla o sus siempre frescas y generosas cervezas.
Muchos motivos para visitar Murcia y que sus Fiestas de Moros y Cristianos sean declaradas cuanto antes Fiesta de Interés Turístico Internacional.
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