Pavel y Marel: Canciones a corazón abierto

Pavel y Marel: Canciones a corazón abierto

Carmen Luz Beato

SANTO DOMINGO. – Algunas noches no se repiten, y la del 10 de mayo fue una de esas joyas irrepetibles. Pavel Núñez y Marel Alemany se subieron al escenario no con el objetivo de impresionar, sino de compartir. Dejaron el ego en la puerta y se entregaron sin filtros a una audiencia que no solo los escuchó, sino que los sintió.

Desde el primer acorde de “Mi Animal”, Marel abrió un portal hacia lo íntimo. Le siguió Pavel con “Como ayer”, y de ahí en adelante, el concierto se convirtió en un viaje emocional sin retorno. No hubo necesidad de artificios: dos voces, una banda sólida y un público dispuesto a vivir cada canción como si fuera la última.

“No es un concierto, es un desahogo en voz alta”, confesó Marel antes de interpretar “No cantaría más”. Y así fue: la noche avanzó con una honestidad casi incómoda, de esa que desarma.

Cada tema fue una confesión. Pavel soltó “Soñar despierto”, “El pendejo” y “Tú la luna y yo” con la pasión del que canta para no romperse. Marel ofreció joyas como “Palabras en el aire”, “Dame Lucha” y “Genio de los acantilados” con la calma del que se conoce y se acepta. Pero fueron los duetos los que elevaron la noche: “Lucecita”, “Betania”, “Nada” y “Te di” marcaron momentos de comunión pura, donde las voces se fundieron en una sola verdad.Pavel Núñez y Marel Alemany se unen para un concierto inolvidable en Hard Rock Café

“Cantar con Marel es como volver a casa sin necesidad de mapa”, dijo Pavel en un momento de complicidad genuina. La frase definió el espíritu del concierto: cercanía, autenticidad, cero artificio. En una época donde el espectáculo muchas veces sustituye a la esencia, esta fue una declaración de principios: aquí lo importante era la canción, la emoción, la conexión.

La producción fue minimalista por elección, no por limitación. Nada de pantallas gigantes ni pirotecnia. Solo luces cálidas, una ejecución impecable y letras que pesaban más que cualquier efecto especial.

Con veintiún temas en total, el repertorio fue un mapa emocional cuidadosamente trazado: desde “El pendejo” hasta “La Manito”, pasando por “Betania”, “Agonizando” y el cierre sublime con “Te di”. El encore fue una estocada final al alma: “Carne”, “Nada”, “Paso a paso” y “Te di”, con los artistas visiblemente conmovidos por lo que acababa de suceder.

Más que un espectáculo, fue un acto de resistencia artística. Pavel y Marel demostraron que todavía hay espacio para la poesía, la pausa y la profundidad en medio del ruido. Una noche donde el corazón le ganó al artificio. Una noche para recordar.

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