Robert Redford: El hombre que miraba al horizonte

Robert Redford: El hombre que miraba al horizonte

Nació junto al mar de California, en Santa Mónica, un 18 de agosto de 1936. Desde niño, Robert Redford aprendió a soñar mirando lejos: primero con pinceles y lienzos, luego con las luces del cine. Fue artista antes que estrella, un hombre curioso, inquieto, que siempre buscó algo más allá de lo evidente.

En los años sesenta, empezó a brillar en la pantalla. No lo hizo con estridencias, sino con una naturalidad que lo convirtió en icono. Esa mirada azul, cargada de misterio, y esa sonrisa que podía ser al mismo tiempo luminosa y melancólica, lo llevaron a protagonizar clásicos que marcaron generaciones: Dos hombres y un destino, El golpe, Todos los hombres del presidente, Memorias de África.

Pero Redford nunca se conformó con ser galán. Quiso contar historias desde otro ángulo. En 1980 sorprendió al mundo con Gente corriente, su debut como director, y ganó el Oscar. Desde entonces, su cine exploró lo humano, lo frágil, lo profundo.

Más allá de Hollywood, fue un guardián del cine independiente. Fundó el Instituto y Festival Sundance, que se volvió refugio y plataforma para miles de cineastas que, como él, soñaban con otra forma de narrar.

Su vida también estuvo marcada por contrastes: el dolor de perder hijos, el compromiso con causas ambientales, el amor por la naturaleza en Utah, donde construyó su refugio y su legado. Siempre fue más que actor: fue pintor, director, activista, soñador.

Hoy, 16 de septiembre de 2025, a los 89 años, Robert Redford partió en silencio, como esas puestas de sol que él tanto admiraba. Deja atrás una vida de cine, pero sobre todo, la certeza de que contar historias es una forma de eternidad.

Porque Robert Redford no fue solo estrella: fue horizonte. Y el horizonte nunca desaparece… siempre nos invita a mirar más allá.

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