El papel de las mujeres en el ministerio de Jesús de Nazaret

El papel de las mujeres en el ministerio de Jesús de Nazaret

POR: MARÍA ESTELA DE LEÓN  

La primera mujer en la vida de Jesús, María. La que dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. En esa época se expuso a ser apedreada producto del embarazo de Cristo sin haber sido desposada, al vituperio y la injuria de todo un pueblo que se regía por la ley mosaica, que venía desde el antiguo testamento.
Una mirada a las sagradas escrituras pone de manifiesto el carácter y la determinación de las mujeres que acompañaron hasta el final a Jesucristo, que eran definidas por la fidelidad y la valentía.  Pese a estar expuestas a ser perseguidas por el poder del imperio, permanecieron más allá de la muerte de aquel que iba camino a una cruz inmerecida y por demás, símbolo de vergüenza.
El Fruto de ese vientre, que era el Mesías, el Salvador y Redentor del mundo, conllevó con su nacimiento que la historia de la humanidad se dividiera en dos, antes y después de Cristo; convirtió la cruz en el símbolo de la redención.
La Biblia hace referencia a un grupo de mujeres recorriendo aldeas al lado y con el Maestro, hablándoles a los lugareños de un nuevo orden social basado en el amor al prójimo, y la vida eterna. Mi mente vuela y pienso en un número de participación social de damas, que debió sobrepasar la mayoría, ¿Será porque los textos sagrados fueron escritos por hombres? ¡Ay, Dios mío hasta cuando serán invisibilizados los aportes de las mujeres!
Indiscutible el liderazgo de Maria Magdalena, después del perdón y hasta el final de la prédica. Fue ella la portadora de las buenas nuevas de salvación, eso no se resalta, lo que si ha traspasado las barreras del tiempo es el acto de adúltera. Una pregunta ¿No había adúlteros? Este acto involucra a dos (faltó uno en esta historia, me parece, que es un hombre).
Sus acusadores huyeron al no tener respuesta a la pregunta, reafirmo, todo el abusador es cobarde “¿El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella?” Aún está sin responder al día de hoy. Jesús el justiciero, preguntó a la mujer “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?”; ella dijo: “Ninguno, Señor”. Entonces Jesús le respondió: “ni yo te condeno; vete y no peques más”.
Las escrituras recrean eventos en los que las mujeres cuentan, así como en otros donde son invisibilizadas. Ejemplo de los sucesos que se narran en la biblia, está el caso de la mujer que durante 12 años tuvo un flujo de sangre, y a pesar de asistir a los médicos no obtenía sanación. Su fe era tan grande que luego con tocar el manto de Cristo fue sanada.
Sin la participación de las mujeres el ministerio de Emmanuel habría sido aún más pesada la cruz y el camino más tortuoso.  En esa relatoría y para poner punto fin a esta historia, me llega a la memoria unas estrofas del poema de Juana Inés de la Cruz, “Hombre necio que acusáis”.
Las féminas lloraron, sufrieron hasta el final la muerte del justo, y agregar que también fueron testigos de excepción de la muerte y resurrección del hijo de Dios. Las mujeres fueron firmes, cuando las situaciones se tornaron complejas y el que les había confortado estaba enfrentando el proceso de más dolor y oscuridad de la misión, dígase su expiración, como a veces suele pasar.
Ellas cuidaron y perfumaron los pies de Jesús, y que sabio Dios, de haber elegido a un hombre para dar el mensaje de salvación, este habría dudado. Tomás dudó y Pedro le negó tres veces antes de que cantara el gallo en el proceso de su juzgamiento, aunque luego se reivindicó.
A la luz de las sagradas escrituras en el ministerio del maestro Jesús, las mujeres, jugaron un papel trascendental y de gran importancia.
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