Éxtasis Sensorial en el Teatro Nacional: Carmina Burana por La Fura dels Baus

Éxtasis Sensorial en el Teatro Nacional: Carmina Burana por La Fura dels Baus

POR RAFAEL CORPORÁN QUEZADA

SANTO DOMINGO, D.N.-La noche en que La Fura dels Baus tomó el Teatro Nacional de Santo Domingo no fue simplemente una función; fue una experiencia que desafió los sentidos y desdibujó los límites entre escenario y público. La mítica compañía española, conocida por sus audaces puestas en escena, se estrenó en tierras dominicanas con su electrizante versión de Carmina Burana, obra vibrante y cautivadora, que convirtió la platea en un cosmos sensorial donde agua, aromas y melodías se conjugaron en un ritual artístico único.

La Fura dels Baus: Teatro sin Fronteras

La puesta en escena de Carmina Burana de La Fura dels Baus no solo significó su debut en el país, sino que marcó un hito en la manera en que el público dominicano percibe el teatro. Con 45 años de historia y renombre mundial, esta compañía es reconocida por su capacidad para reinventar el espacio teatral, desafiando la pasividad del público y quebrando el tradicional “cuarto muro” que separa a los actores de los espectadores. Desde sus inicios en 1979, La Fura dels Baus ha explorado la teatralidad desde una perspectiva única, que amalgama lo ritual y lo tecnológico, lo primitivo y lo sofisticado.

Para esta versión de Carmina Burana, el director Carlus Padrissa ideó un espectáculo lleno de vida, donde cada elemento parecía estar en constante transformación. La obra presentó un gran cilindro de diez metros de diámetro que envolvía a la orquesta, mientras impactantes imágenes proyectadas en su superficie narraban la historia de principio a fin. Desde una luna gigante hasta el deshielo de cascadas y vendimias en directo, cada proyección era un fragmento visual del cosmos de Orff. La atmósfera no era solo visual, sino que abrazaba la audiencia en un espectáculo que envolvía y envolvía.

Un Vínculo Sensorial entre Artistas y Espectadores

Fieles a su esencia, La Fura trasladó el “escenario” hacia los asientos del público, creando un diálogo íntimo y orgánico. Los artistas, rodeando los pasillos y moviéndose entre las butacas, lograron que la audiencia se sintiera inmersa en la obra. Salpicones de agua frescos golpeaban los rostros de los asistentes y aromas sutiles evocaban fragancias primaverales, recordando a todos los ciclos de la naturaleza, tan presentes en la obra.

Esta conexión iba más allá de lo visual y lo auditivo: se sentía como un acto de comunión. La fragancia de flores y el agua que refrescaba el ambiente traían un aire de espontaneidad que los asistentes no olvidarían. La obra, de un solo acto y de 90 minutos de duración, no dio tregua ni dejó que el entusiasmo decayera en ningún momento.

Un Canto a los Placeres de la Vida: La Obra y su Creador

Carmina Burana es una obra sorprendente y rebelde en su esencia. Compuesta por el alemán Carl Orff entre 1935 y 1936, está basada en 24 de los aproximadamente 300 poemas medievales descubiertos en un manuscrito en Baviera. Esos textos, escritos en latín y alemán, son de carácter satírico y crítico: denuncian las fallas de la sociedad medieval, ridiculizando sin reservas a las clases dominantes, en especial al clero y la nobleza. Pero Carmina Burana no es solo crítica: también es una exaltación del “Carpe Diem”, de la libertad y el goce terrenal.

En una escena especialmente potente, la frase “Carpe Diem” aparece en letras gigantes en el escenario, capturando el espíritu de la obra y resonando como un grito a vivir sin reservas. La obra invita a experimentar la vida a plenitud, a disfrutar de los placeres de la naturaleza y el amor carnal, temas que rompen con la imagen estereotipada de la Edad Media como una época sombría y conservadora.

Orff logró crear una pieza musical que, más allá de su fuerza sonora, conecta emocionalmente con su audiencia, recordándonos que la alegría y la pasión trascienden cualquier era. Con Carmina Burana, Orff no solo compuso una obra musical; brindó al público una celebración de la vida, una pieza que invita a cuestionar y a abrazar los placeres que muchas veces quedan relegados.

La Magia de Carl Orff y la Interpretación de la Fura

La música de Carl Orff, compuesta en 1937 e inspirada en los textos medievales de Carmina Burana, es un universo en sí misma. Orff tomó antiguos cantos goliardos para tejer un relato de los placeres y desafíos de la vida, donde la fortuna es la gran protagonista. La obra rebosa de vigor, con ritmos que se vuelven tribales, a veces místicos, y que llevaron a la audiencia de Santo Domingo a experimentar la energía de una obra atemporal.

La interpretación de La Fura dels Baus respetó esta esencia, pero la amplificó. Con el uso de un lenguaje escénico propio, conocido como el “lenguaje furero”, el espectáculo abordó la dualidad entre carnalidad y espiritualidad, mezclando con destreza lo crudo y lo elegante, lo arcaico y lo moderno. Este estilo, consolidado en la escena internacional, ha permitido a La Fura dels Baus revolucionar el drama escénico con una sofisticación que nunca olvida sus raíces.

Una Propuesta Irreverente que Resuena

Esta versión de Carmina Burana fue un espectáculo dirigido a un nuevo tipo de público, melómano y amante de las artes escénicas. Para Santo Domingo, la presentación de esta compañía representó una bocanada de frescura y un recordatorio de que el arte debe ser una experiencia vital, transgresora y cercana. La Fura dels Baus no solo llenó el teatro; llenó el aire, los sentidos y el recuerdo de quienes asistieron.

Con la llegada de Carmina Burana, queda registrado un espectáculo que, sin duda, marcará un antes y un después en la escena artística dominicana. Es un referente de lo que el teatro puede lograr cuando se conjugan creatividad, riesgo y conexión profunda con el espectador.

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