Historias que nos unen: Que suene la campana de la libertad

Historias que nos unen: Que suene la campana de la libertad

Santo Domingo, D.N.- «Historias que nos unen: Que suene la campana de la libertad» es una inspiradora exposición itinerante, organizada por la Embajada de los Estados Unidos, en colaboración con la Fundación de Arte Arawak, que aprovecha el poder del arte para involucrar al público y generar conversaciones significativas sobre la libertad y los valores democráticos.

Nueve talentosos artistas dominicanos- emergentes, establecidos y de la diáspora- plasman sus interpretaciones personales en réplicas a tamaño real de la icónica Campana de la Libertad de los EE. UU.

Esta exposición de arte se inauguró en el Instituto Cultural Domínico Americano y recorrerá varias ciudades del país en las que tuvieron lugar hechos históricos claves, llevando consigo un mensaje universal de libertad. Los artistas participantes Amaya Salazar, Evaristo Angurria, Ezequiel Taveras, Fermín Ceballos, Inés Tolentino, Judith Mora, Julio Valdez, Rafael Alba y Scherezade García aportaron perspectivas únicas por medio de sus obras, fomentando un diálogo diverso y enriquecedor.

El proyecto también amplifica la visibilidad de los artistas, cuyos procesos creativos y biografías están documentados en la página web de la Embajada de los EE.UU.

A través de la combinación de arte y compromiso cívico, «Historias que nos unen: Que suene la campana de la libertad» subraya el poder transformador del arte para unir, inspirar y provocar un diálogo reflexivo en las comunidades. Además de conectar al público con las obras, contará con un programa de actividades interactivas con los artistas, quienes visitarán lugares históricos vinculados a la lucha por la libertad.

Durante el mes de septiembre, el proyecto ha impulsado diálogos significativos, como el encuentro entre Judith Mora y diseñadores emergentes en el marco de los preparativos de RD Fashion Week, en el que la artista compartió su proceso creativo y el concepto de libertad que inspiró su obra, generando un valioso intercambio entre moda y arte; mientras que estudiantes del Instituto Cultural Dominico Americano participaron en un taller con Rafael Alba, culminando con la creación de sus propias interpretaciones de la campana como símbolo de libertad.

Además, en su encuentro mensual, 25 galeristas del circuito de galerías visitaron la exposición, fortaleciendo así los lazos entre la comunidad artística y este proyecto. De igual forma, se espera que, a medida que recorra la isla, la exposición genere una diversa red de voces, unidas por un deseo común: el de un futuro más equitativo y libre para todos.

Contexto histórico de la Campana de la Libertad

La Campana de la Libertad, símbolo de la independencia y la libertad de los Estados Unidos, sonó el 8 de julio de 1776 desde el Salón de la Independencia en Filadelfia para convocar a los ciudadanos a la primera lectura pública de la Declaración de Independencia. Originalmente encargada en 1751 para conmemorar el 50 aniversario de la Carta de Privilegios de William Penn, representaba ideales de libertad religiosa, los derechos de los pueblos nativos y la participación democrática de los ciudadanos en la creación de leyes. La campana, con la inscripción bíblica “Proclamaréis libertad en la tierra para todos sus habitantes” de Levítico 25:10, se convirtió en un emblema duradero de la libertad, adoptado por primera vez por el movimiento abolicionista en el siglo XIX.

La campana se agrietó en varias ocasiones, con su daño más significativo ocurrido en el cumpleaños de George Washington en 1846, lo que la dejó inservible. El periódico Philadelphia Public Ledger informó sobre este daño “irreparable”, marcando la transformación de la campana de un objeto funcional a un símbolo silencioso pero poderoso. Originalmente conocida como la “Campana del Salón Estatal”, fueron los abolicionistas quienes la rebautizaron como la “Campana de la Libertad”, alineando su mensaje con su lucha contra la esclavitud y por los derechos de todos los estadounidenses.

Esta grieta simbólica representaba metafóricamente las divisiones de una nación fragmentada por el tema de la esclavitud y la lucha más amplia por los derechos humanos.

Después de la Guerra Civil, la Campana de la Libertad se convirtió en un ícono unificador para la nación fracturada. Viajó por todo el país a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, promoviendo la causa de la libertad y la democracia. Incluso una réplica, forjada en 1915, jugó un papel en el movimiento por el sufragio femenino, permaneciendo en silencio hasta que las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1920.

Hoy en día, la Campana de la Libertad se encuentra en el Centro de la Campana de la Libertad en Filadelfia, donde sigue inspirando y sirviendo como punto de encuentro para aquellos que abogan por la libertad y la igualdad. Se toca suavemente cada año en ceremonias conmemorativas de eventos como el Día de la Independencia y el Día de Martin Luther King, subrayando su legado perdurable como símbolo de libertad y justicia para todos.

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